Hola:
No sé si publicaréis esto que estoy empezando a escribir. No sé ni por dónde empezar, sólo que hay una persona anónima, como muchas otras que se cruzan en la calle con nosotros y a las cuales no saludamos porque no las conocemos, que creo se merece que se reconozca su labor.
Ella se llama Mamen y lo está pasando realmente mal; no tiene trabajo desde el 2008 y el sueldo de su marido no les alcanza para llegar a fin de mes; tiene que pedir prestado a sus padres que cobran una jubilación mínima y, aún así, sale adelante.
Para mí es una heroína. ¿Por qué?, os preguntaréis. La razón es muy simple: tiene en Valencia una gatera. En ella se hallan aquellos animales que han dejado de ser un peluche y ahora son simplemente un estorbo. Aquellos que si pudieran hablar nos dirían que tenían una casa caliente y un buen día se vieron de pronto en un sitio frío y oscuro, donde la gente camina rápido y no presta atención a un ser indefenso, solo y hambriento a su paso.
Mamen sí lo hace: los recoge, los testa por si estuvieran enfermos y les da comida y cobijo hasta encontrarles adoptantes, gente comprometida que se hace cargo de ellos y les da una segunda oportunidad gracias a ella. Su labor es incansable, su única recompensa es ver a los animales viviendo felices en su nuevo hogar, y creo que su labor, aunque dura, es encomiable.
Un buen día, leyendo un periódico on-line vi el anuncio de dos gatitos abandonados a su suerte en una carretera un día lluvioso con apenas unos meses. Los había recogido Mamen y esperaban adopción.
Me puse en contacto con ella vía e-mail y tuve que superar varias pruebas, como rellenar un formulario muy extenso o dejar que una desconocida visitase mi casa para ver si era la persona idónea.
Todo salió bien y hoy tengo a Sea, que es una gatita adorable pero un trasto. No es de raza y hubiera muerto junto a su hermano seguramente en un sitio tan peligroso al pasar continuamente coches.
Gracias a su labor, no transporta los animales adoptados por MRW sino con la participación de eslabones humanos que forman una gran cadena hasta llegar a su destino o mi caso, muy especial, ya que soy discapacitada física y no podía viajar hasta Valencia (resido en Madrid) que me hizo llegar el cachorro mediante unos amigos de entera confianza. Sea llegó a mi vida en perfectas condiciones y hoy no podría vivir sin ella.
Gente que se preocupe tanto por los más desfavorecidos es muy difícil de encontrar y no hay día en que no reconozca su gran labor. Por ello le dedico estas sencillas líneas, porque sigue luchando y dando cobijo a los animales aunque sus recursos son limitados y para mí eso no tiene precio.
¡Gracias Mamen!
(Incluyo una foto de Sea) ¿Podríais en caso de publicarse avisarme para que ella lo leyera? os estaría enormemente agradecida.
Recibid un cordial saludo.
Anna.
Ojalá, cuando nos lea Mamen, sienta que hoy nos toca a nosotros hacerla feliz.
Un abrazo del equipo de El Cuarto Hocico
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