Esta mañana llegó a nuestros ojos una
fotografía en la que se escribía una idea de Platón, el filósofo griego, y nos
inspiró para escribir sobre algo que nos toca de cerca. El título nos da una
pista.
Esta es la reflexión, inspirada por ese
filósofo, tras unas fiestas del Pilar en las que el circo con animales volvió a
aparecer por Zaragoza:
Muchas veces resulta muy difícil hacer ver
a los adultos que hay muchas cosas que hacemos mal. Si lo intentas, siempre
encontrarás algunos pensamientos en contra. Vivimos sumidos en un gran
desconocimiento, y la inercia en la que estamos inmersos y el egoísmo del ser
humano no nos dejan ver cosas tan básicas como que los animales en el circo no
se lo pasan tan bien como nosotros, que un animal que abandonas también llora
aunque no veas sus lágrimas, o que los animales en el zoo no están ahí por
placer... La educación en sensibilidad y en empatía es muy necesaria. Como dice
Macaco, no se trata de romper ventanas, sino conciencias equivocadas.
La ilusión no se encuentra en los circos con animales haciendo cosas
extraordinarias, no os equivoquéis. La ilusión está dentro de vuestros propios
hijos. Es vuestra labor saber canalizarla hacia lo correcto y darles la fuerza
para que crean en hechos maravillosos, seres increíbles y actitudes admirables.
Nada tiene de admirable dominar por la fuerza a un elefante o a un león que
fueron arrancados de sus familias. Admiramos más a los que, cada día, dan su
tiempo y sus esfuerzos por hacer felices a los demás seres a su alrededor.
Preguntémonos qué aporta de bueno para nuestros hijos el ver cómo un señor con
látigo domina a un animal salvaje que está fuera de su lugar natural: ¿es poder
lo que buscamos? ¿es ansia de dominación? Después de ser partícipes de ese
espectáculo, ¿salimos satisfechos y con el alma llena? Siempre que presenciamos
algún hecho admirable deseamos hacerlo nosotros también, ese es el resultado de
nuestra admiración. No confundamos a los niños dándoles cuentos en los que los
animales "trabajan" felices en el circo. Seamos originales y rompamos
con ese modelo que no nos deja ver la luz. Escribamos cuentos asombrosos en los
que un elefante se escapa del circo por un ventanuco diminuto y nadando por
mares infinitos y volando con sus orejas como ya hizo Dumbo consigue regresar
feliz junto a su familia. La ilusión está en nosotros también, los adultos, si
es que todavía nos queda algo de niños.
EL CUARTO HOCICO
2 comentarios:
Impactante visión de lo que queremos para nuestros hijos y jóvenes. El circo visto desde un punto de vista diferente pero muy real. Basta ya de animales enjaulados por mera diversión porque cada vez menos gente encuentra entretenido eso. Enhorabuena!!!
A los adultos hay que acercarlos poco a poco a la luz ya que después de tantos años viviendo en la oscuridad, salir a la luz de golpe los puede demostrar. Pero es cierto que la labor del cuarto hocico no debe quedarse en concienciar a los niños, sino en que ellos consigan concienciar a sus padres y a otros de su entorno. ¡Ánimo!
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